CORONAVIRUS Y LA INFODEMIA
El riesgo de la información falsa durante la pandemia
Posted on
May 20, 2020
Por: Andrea Bolinaga
Especialista en Comunicaciones
SALURBAL y LAC-Urban Health
En los últimos meses el mundo ha girado en torno a un tema en particular. Al abrir un periódico, encender la televisión o entrar en la página web de algún medio la probabilidad de encontrar entre las principales cabezas información sobre la COVID-19 son altas. Con ella no solo han llegado millones de muertes e inestabilidad económica, también se ha producido una incertidumbre informativa que aumenta el daño causado a la población.
El desasosiego se debe en gran parte a lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha denominado como infodemia.
Según Reuters, el término “captura el vasto volumen de noticias e información sobre COVID-19 y la ambigüedad, la incertidumbre y a veces el carácter engañoso, la baja calidad o directamente la naturaleza falsa de una parte de ese material”.
Es paradójico que, al estar la salud en juego, se produzca este fenómeno. El profesor e investigador venezolano León Hernández afirma que esta saturación de información se genera debido al “nerviosismo derivado de los vacíos informativos en tiempos de pandemia”.
“Esto se refuerza por la cantidad de rumores que circulan en torno a curas milagrosas, riesgos de contagio, aparentes teorías conspirativas de gobierno asociadas al matiz ideológico de algunas tendencias y tiene que ver con la existencia de redes sociales en esta pandemia mundial”, asevera Hernández.
A pesar de que Google afirma que la información básica que ofrece la OMS es la primera en aparecer cuando se genera una búsqueda sobre la enfermedad, las redes sociales tienen una mayor capacidad de diseminación, por lo que cualquier noticia que capture la atención de la población y sea compartida sin ser verificada puede tener un alcance mayor que la información oficial.
En entrevista con El País la experta en comunicación masiva Marta Peirano afirma que “los algoritmos favorecen los contenidos escandalosos porque la gente los comparte más. Lo político y lo comercial se retroalimentan”.
El resultado de esa repetición masiva de mensajes tiene un efecto perverso en el usuario: fomenta, en palabras de Peirano, la ilusión de consenso, que consiste en razonar que, si tanta gente lo comparte, debe ser veraz.
Fuente: El País
Graphika, una organización que realiza estudios de comunidades en línea utilizando inteligencia artificial, realizó un reporte sobre la infodemia en el cual se presentan datos y mapas sobre la conversación global de la pandemia.
El reporte presenta una “cacofonía mundial de voces comunicando información conflictiva y politizada sobre el coronavirus, amplificada aún más por la propagación orgánica de la información errónea de audiencias ansiosas por consumir y compartir actualizaciones y consejos sobre el coronavirus en un momento de incertidumbre masiva”.
El cuarto mapa incluido en el análisis descubre desinformación relacionada y hashtags conspiradores alrededor del virus. En él se pueden percibir comunidades en línea que han aprovechado la conversación global sobre para propagar polarización y, a veces narraciones falsas.
Fuente: Graphika
Para desmentir muchos de estos mitos la OMS, medios internacionales y algunos gobiernos han presentado en sus páginas web material de apoyo para la población en los que se puede confirmar o anular información que se ha propagado a través de redes sociales.
La infodemia en Latinoamérica
A pesar de los esfuerzos que han realizado los equipos en detrás de las redes sociales por contribuir con la disminución de difusión de noticias falsas, para muchos países de Latinoamérica continúa siendo un reto evadirlas.
Según Forbes, compañías como Facebook o Twitter han intentado ofrecer diversas alternativas para que los usuarios identifiquen de una manera más fácil contenidos falsos. Sin embargo, “la realidad es que casi el 70% de los latinoamericanos no sabe detectar o no está seguro de reconocer en Internet una noticia falsa de una verdadera”.
Un estudio realizado por Kaspersky y CORPA, dentro de la campaña Iceberg Digital, “detalla que, en la región, quienes menos logran identificar una fake news son los peruanos, con 79%, seguidos por colombianos (73%) y chilenos (70%). Detrás se encuentran los argentinos y mexicanos, con 66%, y finalmente brasileños, con 62%”.
Tras encuestar a usuarios con dispositivos electrónicos en seis países de la región, los investigadores obtuvieron que un 70% de los latinoamericanos en los países evaluados desconoce cómo detectar una noticia falsa, lo cual incrementa la importancia de educar a la ciudadanía en el trato de noticias.
No obstante, mantener instruida a la población no es tarea fácil ya que en contadas ocasiones las fuentes gubernamentales son quienes dan voz a información no verificada. Un claro ejemplo es “el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien ha promovido en repetidas ocasiones tratamientos no comprobados contra el coronavirus, además de dar a entender que el virus es menos peligroso de lo que dicen los expertos”, según reportó el New York Times.
El rol de los gobiernos y científicos
Al tomar a Brasil como base, podemos observar que la infodemia puede surgir y exacerbarse no solo por la información falsa que generan algunos ciudadanos y laboratorios, sino también como un medio utilizado por los gobiernos para beneficiar sus intereses políticos e ideológicos.
Muchas noticias pueden “dañar figuras públicas, descontextualizar el espacio temporal reencuadrando noticias viejas en ambientes donde la emotividad se mueve rápidamente por redes”, reitera León Hernández, coordinador del Observatorio Venezolano de Fake News.
Según Hernández la mejor manera de hacer frente a este fenómeno es apegarse al contraste de fuentes. “Evitar que en un ambiente de infodemia, cargado de temor al contagio, se filtren informaciones que violan premisas ideológicas del periodismo como son el principio y el respeto a la vida privada (como no violar información personal de pacientes), el derecho a la reserva de fuente y evitar colocar supuestos presuntos. Querer dar la primicia sin información verificada puede generar un daño”.
Asimismo, hay que “seguir educando a la ciudadanía para prevenirla y mantenerla alerta sobre la necesidad de conservar su credibilidad como ciudadano a través de información que haya podido contrastar con medios de comunicación creíbles”, añade Hernández.
Por su parte, los epidemiólogos, infectólogos y demás científicos trabajando en el virus colaboran con la disminución de la incertidumbre a medida que informan sobre las pruebas científicas que tienen a la mano.
“Las sociedades en momento de mucho temor y mucha exacerbación del miedo por el contagio se quejan de vacíos y pretenden ubicar culpables, responsables, tratamientos definitivos”
Sin embargo, generar resultados científicos en el momento oportuno es todo un reto y la infodemia puede ser un reflejo de ello. Según el investigador León Hernández, “las sociedades en momento de mucho temor y mucha exacerbación del miedo por el contagio se quejan de vacíos y pretenden ubicar culpables, responsables, tratamientos definitivos”. Sin embargo, advierte que se deben respetar los tiempos necesarios para encontrarle solución a un problema con la magnitud de la actual pandemia. “No podemos sobreponer el principio de que los estudios científicos tienen cierta rigurosidad y ritmos, requieren tiempo. No podemos pretender que para satisfacer una necesidad se den todas las respuestas”.
Pero no es solo el hecho que generar resultados científicos requiere tiempo. Otro factor clave es la infraestructura científica. “La infodemia se alimenta del vacío que deja la carencia de servicios de salud pública e investigación fuertes”, afirma Usama Bilal, epidemiólogo y profesor de la Universidad de Drexel.
“Para evitar este vacío se necesitan recursos. Todas las investigaciones actuales han salido de laboratorios con experiencia en virus similares que se han presentado en el pasado. Construir esta infraestructura que evite los vacíos lleva su tiempo y mucha financiación que el sector de salud pública ha perdido a lo largo de los años”, añade Bilal.
Por último, Hernández asegura que el problema de la infodemia también es una responsabilidad del público, apoyar a los expertos debe ser tan importante como “no convertirse en replicadores de información”.